Por Nicanor
León Cotayo
La
edulcorada imagen de la sociedad estadounidense resulta ajada por la enorme
cantidad de deudas que agobian a muchos de sus habitantes.
Según
estadísticas dadas a conocer esta semana, esos compromisos familiares superan
los 15 millones de millones de dólares.
¿En qué
momento? Cuando todavía persiste allí el desempleo, y periódicos como Diario
Las Américas dicen que «está bajando el salario real».
Basada en
sus investigaciones, la misma publicación alertó que una gran parte de esas
personas ya no pueden con esas cargas financieras.
Uno de sus
comentaristas, Pablo Pardo, considera que el problema radica en salarios
demasiado bajos y ganancias empresariales demasiado altas.
Economistas
advierten desde Washington que, mientras exista el actual precipicio entre el
mundo del capital y el trabajo, aumentarán las deudas familiares.
Para esas
fuentes, ahí está una de las razones importantes del porqué su muy vendida
«recuperación económica» se sostiene en una cuerda floja.
Lo avalan
múltiples ejemplos, pero uno entrelaza el drama que golpea en Estados Unidos a
familias de distinta procedencia social: las deudas estudiantiles
universitarias.
Quizás la
nota más lúgubre transitó el 14 de mayo del 2012, de la que se hizo eco
TeleSur:
Decía que
la crisis económica impone graves consecuencias a esos jóvenes agobiados por
las deudas, que llegan, incluso, al suicidio.
La reseña
periodística seguía revelando que cada año en Estados Unidos, como promedio, se
quitan la vida unos 1 100 de ellos.
Empezaba
2014, el tres de enero, cuando el Institute for College Access & Success,
organización no gubernamental, con sede en Oakland, California, difundió su
reporte anual sobre las deudas.
Se
concentraba en la etapa escolar 2002 y decía que la media de estos compromisos
ascendía a unos 29 400 dólares, 70 por ciento correspondiente al pago de sus
estudios.
La
directora de Investigaciones del organismo rector, Debbie Cochrane, declaró:
«Ellos
entraron a escuelas durante la recesión, cuando las posibilidades de pago de
sus familias se habían reducido.
«Ahora se
gradúan y sufren grandes dificultades para conseguir un trabajo que les permita
pagar sus préstamos».
Observadores
comentaron que el costo de esas carreras no es igual en los 50 estados del país.
A manera de
ejemplos, en Delaware su promedio bordea los 33 649, en New Hampshire llega
hasta 32 698 y en Pennsylvania a 31 675.
Como le
imputan hasta sus aliados europeos, luego de más de dos siglos de existencia,
los Estados Unidos no logran mostrar un sistema escolar de alta calidad
docente.
Pero, entre
otras calamidades, tampoco han resuelto colocar su enseñanza universitaria a
disposición de una clara mayoría de su pueblo.
Sin
embargo, por lo general muchos la siguen reconociendo y llamando como el país
más rico de la Tierra,
sin aclarar hasta dónde esa jerarquía envuelve también al impresionante
ejército de pobres nacidos y criados allí.
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